Todo rechina de limpio y se percibe mucho esmero y mimo en cada detalle. La habitación incluye una terraza techada con mesa y silloncitos. Desde allí el aire y el paisaje alrededor son deslumbrantes. Nada es pretencioso, la cama es matrimonial pero la habitación y el baño son muy espaciosos, con amplio armario. (Con ánimo de continuar mejorando: aportarían un poquitín un apoya maletas, colgadores detrás de las puertas, barra de seguridad en la bañera, una secadora de cabello). Los desayunos en las mesas de la galería son muy agradables, el restaurant es acogedor, su menú muy bien seleccionado, sus cenas exquisitas, bien presentadas y en porciones más que generosas. (Quedó en mi recuerdo un suculento cordero de cocción lenta, al antiguo estilo sefardí !). Todo alimento fresco de alta calidad, de producción local, incluso el vino es de elaboración propia. Como dato particular: buscábamos información sobre mis ancestros, provenientes de esa zona. No sólo Luis, el propietario, sino su hermana y hasta su padre se involucraron, nos ayudaron, dedicaron tiempo a explicarnos, a atar cabos y tramar historias ... No tenemos palabras para agradecer tanta cordialidad. Ya los sentimos afectuosos amigos y ojalá, cruzando el océano, pronto podamos regresar a visitarlos !.
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