Al llegar al hotel la dueña nos recomendó sitios para cenar, e incluso nos ayudó a llamar, pero la mayoría estaban cerrados. Después de valorar distintas opciones por la zona, dice: "bueno, yo si queréis os puedo poner un poquito de jamón". Interpretando muy amable su ofrecimiento, le decimos que muchísimas gracias pero que no se molestase por nosotras, que seguro que algo encontraríamos. (En todo momento entendiendo que era un detalle personal por no encontrar un sitio donde poder cenar). Emprendimos carretera de nuevo pero estaba todo cerrado así que regresamos a la posada con tan solo dos botellas de agua (en la habitación no había). Al entrar en la casa nos sentamos en la mesa existente de la sala de estar a comer un poco de pan,dos kiwis y dos peladillos que era lo único que teníamos del viaje. Para no manchar cogimos dos platos que estaban allí al lado de la mesa a la vista y nos dispusimos a comer tranquilamente nuestra fruta. De repente, aparece la dueña con cara de pocos amigos, afligida con la mano en el pecho, enfadada y comenta que "hasta avergonzada" de que estemos allí sentadas con nuestra fruta cuando ELLA SIRVE CENAS EN SU HOTEL( lo cual desconocíamos totalmente, en Booking pone que no hay restaurante, y allí no había un alma ni nada que nos pudiese dejar entrever que podíamos cenar) "¿CON QUÉ CREEIS QUE ME GANO YO LA VIDA? Y además cogisteis unos platos antiguos que no son para comer" (unos platos que estaban allí apilados junto a la mesa). Fue muy violento para nosotras, madre e hija allí sentadas tranquilamente, escuchando una bronca que ni en todos los años de nuestra vida. No supimos casi ni responderle, disculpándonos por coger esos platos que estaban allí dispuestos y pidiendo disculpas por haber decidido sentarnos en la mesa, pensamos que podía ser de uso común estando en la salita de estar. Cero comunicación por su parte. Nunca nos ha pasado nada igual.
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