Hotel Restaurant Verdià

La habitación Russinyol no cumplió nuestras expectativas. Relación calidad-precio: mala. Era pequeña, de interior, falta de ventilación (olía a tabaco y a desagüe) e iluminación (no se podía leer). El colchón de matrimonio se hundía en el centro. La reservamos con Smartbox y el dueño, poco empático, no pudo-quiso cambiarnosla antes de utilizarla. Restauración: notable alto

Decepcionante. El hotel como edifico y el entorno está bien. El lugar limpio pero todo ha quedado deslucido con el trato prepotente y maleducado del dueño. Señalar que no es un sitio LGTBIQ friendly, como ya se encargó el dueño de darnos a entender nada más entrar, al indicar a su empleada que atendiera a "esa pareja de señoras" con todo el retintin. El colmo fue cuando nos sentamos a cenar y le pedimos 2 entrantes y un primero para compartir. Ya puso mala cara por no coger un menú cada una, pero el plato de 2 triangulos de queso medio secos y 2 trocitos de loncha de jamón Serrano amarillenta fue la guinda. Cuando nos levantamos para devolver eae plato aún decía que era porque le habíamos dicho que no teníamos mucha hambre... El desayuno no fue mucho mejor, ya que las unicas opciones eran pan con aceite y tomate o con mermelada y mantequilla, o magdalenas. Y café y zumo de bote. En resumen, decepcionante, como he dicho al principio.