La Sinagoga

Alojarse en la hospedería es una experiencia preciosa. Tienes el privilegio de dormir en un lugar con un gran pasado histórico que han sabido mantener con mimo y cariño tanto con la estructura y decoración de la vivienda como con la explicación de la misma. Tanto Mamen como Isabel te acogen de maravilla y están atentas a todo cuanto necesitas pero a la vez te hacen sentirte en casa. La explicación de la casa, bodega y la cata de vinos nos encantó. Fue un rato muy agradable y familiar. Y te hace ser consciente de dónde estás y que ha acontecido allí. Volveremos sin dudarlo.

Vistas las opiniones del resto poco más que refutarlas y una pena no haberlas leído antes, fuimos a comer y precios desorbitados, calidad muy pasable y en general te vas con la sensación de haber sido estafado, sobre todo en comparación con los precios de los restaurantes de Castilla y Leon zonas rurales, donde a veces parece que por "suerte" no ha llegado la inflación. En este sitio se aprovechan del turista, en la casa de INFORMACIÓN del pueblo te dicen que vayas aquí si preguntas por un sitio donde poder pagar con tarjeta, el resto es historia, 15€ por unas "bolas" que hacen llamar croquetas congeladas, refrescos de botella sin gas alguno, a 6€ el huevo frito sin patatas o guarnición, por supuesto no te ofrecen carta y cuanto meten la comanda en el datafono no te lo esperas, hasta que descubres que has pagado el cuádruple de precio que en el pueblo de al lado Sale el cliente amargado, ellas, son listas, ya que valiendose de que son las únicas del pueblo que usan datáfono se aprovechan