Es un hostal muy normalito, está céntrico pero está bastante viejito. La habitación es muy sencilla, las sábanas están limpias, el mobiliario antiguo y hay manchas de humedad en la zona del aire acondicionado. El baño justito, no ponen jabón. La planta baja es una cafetería, donde puedes comer postres y salados por muy bajo precio. En la segunda planta y tercera están las habitaciones, es un poco oscuro, pero el hombre de recepción se desvive por ayudar. El desayuno lo lleva a la habitación y te pregunta antes, qué fruta te gusta. Tuvo el magnífico detalle de llevarnos a la estación de trenes en un autobús local, toda una experiencia, incluso nos invitó al trayecto. Por el precio que pagamos sin duda mereció la pena.
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