Más céntrico imposible. Salías por la puerta y ya estabas en el mercadillo de Navidad (el otro está en la catedral a unos 300 mts). La atención -recepción y desayuno- exquisita. te hacen sentirte como en casa: un diez. La habitación confortable y moderna. El desayuno un poco caro como Suiza en general, pero está bien y desde las 6 de la mañana. A repetir si volvemos a Basel, sin duda. Gracias.
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